Mercado de trabajo 2009
3 Ingresos
La evolución macroeconómica está vinculada estrechamente con los rasgos del trabajo y la distribución del ingreso6. Teniendo presentes los periodos de la convertibilidad y poscrisis de 2001, se encuentran diferencias importantes en el mercado laboral: en la primera etapa se produjo un significativo deterioro en las condiciones de los trabajadores, creció ampliamente el desempleo, aumentó la informalidad laboral y se incrementó la brecha en la distribución de los ingresos entre las personas más pobres y más ricas. En cambio en la segunda etapa, en un escenario de crecimiento económico, se plantea una estrategia muy diferente a la anterior apoyada en la mejora del salario, la jornada laboral y reducción del trabajo en negro7.
En este apartado se realiza un análisis sobre la dinámica de los ingresos; por un lado, utilizando el ingreso por ocupación principal, como expresión de la distribución en el mercado de trabajo8, marcando las diferencias que surgen por las características del puesto de trabajo, y por otro, a través del Ingreso Per Cápita Familiar tanto de la población como de los hogares (IPCF), diferenciándose del anterior debido a que este indicador incluye a los desocupados y a hogares sin ingresos.
La evolución de los ingresos por ocupación principal a través de diversos indicadores permite conocer las diferencias de ingresos en las variadas estructuras productivas, tanto como en los tipos de categoría y calificación ocupacional del trabajador.
También se analiza la distribución del ingreso mediante el IPCF, que se obtiene dividiendo el ingreso total del hogar por la cantidad de sus integrantes. Los hogares con menores ingresos per cápita familiar tienen, generalmente, mayor cantidad de integrantes, por lo que, los tramos de ingresos más bajos concentran mayor proporción de personas que los hogares de los últimos deciles o quintiles. En el Cuadro 10 se aprecia la evolución de la distribución del IPCF por quintil. Además se analizan las brechas entre los quintiles extremos mediante el ingreso medio de cada quintil, para observar la correspondencia entre el comportamiento de los ingresos y crecimiento continuo y desaceleración de la economía que presenta la serie 2003-2009 (Gráfico 10).
3.1 Distribución del ingreso en el mercado de trabajo
Del análisis de los ingresos por ocupación principal clasificados por estructura productiva (Cuadro 8) para 2009, surge que las ramas que exhiben los ingresos más altos se ubican en el sector productor de servicios: Intermediación financiera y otros servicios financieros ($ 4.240), Administración pública, defensa y seguridad social ($ 3.864) y Servicios sociales y de salud ($ 3.175); Servicio doméstico ($ 840), Servicios de hotelería y restaurantes ($ 1.663) y Construcción ($ 1.906) les corresponden los ingresos más bajos.
Por su parte, la evolución de los ingresos medios muestra que los sectores que registraron los mayores crecimientos para el período 2003-2009 fueron Enseñanza (227,7%), Administración pública, defensa y seguridad social (219,8%) y Construcción (215,6%). Los dos primeros se caracterizan por muy alta presencia del Estado como contratista de mano de obra. Por el contrario, los que tuvieron los menores incrementos fueron: Servicio doméstico (147,8%), Servicios inmobiliarios y de alquiler (149,0%) e Industria (169,7%), presentando estos dos últimos, en 2009, una alta concentración de trabajadores ocupados (19,3 % y 10,0%, respectivamente).
Cuadro 8 Ingreso medio (pesos) de la ocupación principal por sector y rama productiva. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
Según el Cuadro 9, que presenta el ingreso medio de la ocupación principal de los trabajadores por categoría ocupacional, si bien los valores más altos corresponden a los patrones o empleadores, son los asalariados los que muestran el mayor crecimiento acumulado desde 2003 (197,0%), mientras que los cuentapropistas alcanzan el 164,2%.
La comparación en términos relativos no acusa cambios estructurales entre el patrón o empleador y los asalariados, y entre los primeros y los cuentapropistas; mayormente los ingresos se muestran un poco más que duplicados. En cambio, se produce una leve modificación en la comparación de los ingresos de los trabajadores por cuenta propia y de los asalariados: al comienzo de la serie los ingresos de los primeros respecto de los segundos era 1,1 veces, y en 2009 se reduce a 0,9.
Cuadro 9 Ingreso medio (pesos) de la ocupación principal por categoría ocupacional. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
En la evolución de los ingresos por calificación de la ocupación (Gráfico 9) se observa que los trabajadores operativos (212,3%) y los no calificados (206,5%) percibieron los incrementos acumulados más altos de la serie; aunque se encuentran por debajo del promedio (187,1%), también fueron importantes los de los restantes ocupados: técnicos (176,4%) y profesionales (151,3%).
Por otro lado, las variaciones interanuales exhiben una diferencia de comportamiento en los ingresos de los trabajadores. Los profesionales alcanzan en 2009 su tasa interanual más alta, mientras que el resto lo logra en 2007. Luego de haber atravesado el menor crecimiento económico, los trabajadores más calificados recuperan más rápidamente los ingresos, mientras que en el transcurso de los años analizados los menos calificados muestran mayores incrementos salariales. Después de 2007 el comportamiento de los ingresos de estos últimos es similar. Los profesionales son los únicos que alcanzan sus más altas tasas interanuales en 2009, respondiendo con mayor dinamismo tanto en los ingresos como en su participación en la población ocupada.
Gráfico 9 Ingreso medio de la ocupación principal por calificación de la ocupación. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
3.2 Distribución de los ingresos a través del Ingreso Per Cápita Familiar
La brecha entre el quinto quintil (los hogares de más altos ingresos) y el primero (aquellos con los más bajos ingresos) determina el análisis de la equidad en la distribución de ingresos.
De acuerdo con el Gráfico 10, esta brecha —medida como la cantidad de veces que el menor ingreso cabe en el mayor— tiende a reducirse desde 2003, señalando una mejor distribución del ingreso entre los hogares. El año de mayor crecimiento económico de la serie (2007) presenta la menor distancia (9,8 veces) entre ambos quintiles. En el año siguiente, se incrementa levemente a 10,0, para disminuir, nuevamente, a 9,9 en 2009, permaneciendo muy por debajo de lo registrado al comienzo del período.
En los últimos años, las conductas disímiles de ambos quintiles explican las respectivas brechas; mientras que los hogares más pobres alcanzan su máxima variación interanual en 2007 (34,4%), los de más altos ingresos lo hacen en 2008 (30,5%); para 2009 presentan los menores crecimientos, y variaciones similares (12,6% y 11,8%).
En términos de variación acumulada para 2003-2009, la recuperación del ingreso de los hogares más pobres (237,9%) es mayor que la de los restantes; el menor incremento, incluso por debajo del promedio del período (197,5%), corresponde a los hogares más ricos (quinto quintil) (166,9%).
Cuadro 10 Ingreso per cápita familiar medio (IPCF) de los hogares por quintil. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
Gráfico 10 Brecha entre el primer y quinto quintil del IPCF de los hogares. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
Si se tiene en cuenta la participación de los quintiles extremos en el total de los ingresos, se observa que, en 2009, el 20% de los hogares de ingresos más bajos reúne el 4,7% del total de los ingresos de la Ciudad, con un incremento de 0,5 puntos porcentuales desde el 2003. El Gráfico 11 evidencia la estabilidad de su participación, indicando la escasa mejora en la participación de sus ingresos. Por el contrario, el 20% de los hogares de ingresos más altos, muestra mayor variabilidad en su contribución, alcanzando en 2009 el 49,6% del total, con una disminución de 2,6 puntos porcentuales desde el comienzo de la serie; los niveles de captación de los ingresos totales permanece muy alta. Esto permite marcar la desigual concentración del ingreso de estos dos grupos de hogares sobre el total de los de la Ciudad, que se mantiene tanto en los años de crecimiento económico como durante la reciente crisis, constituyéndose en una desigualdad estructural.
Es evidente la diferenciación del quinto quintil con los restantes; en 2009, el segundo concentra el 9,5% de los ingresos, el tercero, el 15,1% y el cuarto, el 21,2%, más que duplicando el quinto quintil a este último.
Gráfico 11 Participación porcentual por quintil en el total del IPCF de los hogares. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
3.3 Ingreso Per Cápita Familiar de la población:
primer y quinto quintil por categoría ocupacional
El análisis por categoría ocupacional se concentrará exclusivamente en los quintiles extremos de los "cuentapropistas" y asalariados debido a las participaciones marginales que tienen los patrones en el quintil más pobre y los trabajadores familiares en el quinto quintil.
La media del IPCF de los independientes (Gráfico 12) presenta una variación para el período 2003-2009 de 188,1%; su mayor variación interanual se observa en el año 2007 (33,1%). Asimismo, en este último año, el quintil más pobre alcanza su máximo incremento (42,9%) siendo en el período de 202,8%. Por otro lado, el quinto quintil incrementa su IPCF desde 2003 en 161,4% y su mayor variación interanual se presenta en 2008 (34,8%); 2009 muestra las menores variaciones de la serie en ambos (1,9 y 1,0%, respectivamente).
La brecha entre los extremos se reduce levemente en el período; en 2003, el IPCF de los trabajadores independientes del primer quintil era casi 12 veces menor al del quinto. En 2009, el IPCF alcanzaba a $ 436 y a $ 4.506, respectivamente, o sea, éste último 10,3 veces mayor que el del primer quintil.
Gráfico 12 Ingreso per cápita familiar (IPCF) medio de los trabajadores por cuenta propia del total de su población, del primero y del quinto quintil. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
En el Gráfico 13 se aprecia que el IPCF medio de los asalariados muestra un incremento acumulado (205,7%), superior al de los independientes; su mayor variación interanual la presenta, también, en 2007 (28,8%). El primer quintil registra un aumento del 242% para el período, mientras que el quinto crece el 171,7%; sus máximas variaciones se observan en 2007 (31,4% y 26,5%, respectivamente).
En 2009, el IPCF del quintil más pobre ($513) tiene el menor incremento interanual de la serie (12,9%); no ocurre lo mismo con el del quinto quintil cuyo valor es $ 4.613 y su variación, de 15,9%.
En 2003, también se observa una reducción marginal de la brecha de los asalariados; el IPCF del quinto quintil era 11,3 veces mayor que el del primer quintil, reduciéndose en 2009 a 9 veces. Si se analiza la distancia del IPCF del quintil más pobre y del más rico respecto al IPCF medio a lo largo de toda la serie, el primero representa alrededor del 20%, y el quinto casi lo duplica.
Gráfico 13 Ingreso per cápita familiar (IPCF) medio de los asalariados del total de su población, del primero y del quinto quintil. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
En conclusión, a pesar de la reducción en la distancia entre los extremos en ambos grupos de trabajadores, aún persisten diferencias significativas. Respecto a los incrementos interanuales pueden señalarse dos años claves: 2007, en general, presenta las mayores variaciones positivas, lo que resulta compatible con la etapa de crecimiento económico; en cambio, las menores alzas se verifican en 2009; en los independientes para ambos quintiles, y en los asalariados, sólo en el primero. En el período 2003-2009 los mayores aumentos corresponden a los trabajadores en relación de dependencia, siendo los independientes los más afectados por la reciente crisis. En el conjunto de los asalariados, los trabajadores del quintil más rico sufrieron el menor impacto.
3.4 Asalariados de la Ciudad de Buenos Aires según su cotización
al sistema previsional por quintiles
Dado que más de las tres cuartas partes de la población ocupada de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra en relación de dependencia y su situación frente al sistema previsional permite distinguir a los que sufren una frágil inserción laboral, se observa la evolución de las diferencias entre el total de la población asalariada, la del primer quintil y la del quinto de ipcf.
En el grupo de asalariados para los cuales los empleadores abonan la correspondiente contribución al sistema (Gráfico 14) se observan cambios a lo largo de la serie; con su incorporación al trabajo registrado incrementaron sus porcentajes tanto en el quintil más pobre como en el más rico y en el total. Al comienzo (2003), el porcentaje de asalariados con descuento jubilatorio del primer quintil alcanzaba a 39,6; en 2009, ascendió a 43,0, lo que significa una variación porcentual de 8,5. Los que conforman el quintil más rico también mejoran su situación previsional en el período con un incremento del 8,9%. En ambos casos, estas variaciones acumuladas permanecen por debajo de la variación del total de los asalariados (10,0%). Es importante resaltar que en el quinto quintil, alrededor de 8 de cada 10 asalariados gozan del descuento jubilatorio, en cambio, en el primero, sólo alrededor de 4 de cada 10.
Gráfico 14 Porcentajes de asalariados con descuento jubilatorio del total de la población, del primero y del quinto quintil con relación a sus respectivas poblaciones de asalariados. Ciudad de Buenos Aires. Años
2003/2009
En el Gráfico 15 se observa que, a lo largo del período 2003-2009, el comportamiento de los asalariados que aportan a la jubilación por sí mismos es poco estable ya que se muestran algunos altibajos. De los quintiles extremos, es el primer quintil el que más crece; en 2003, el 1,0% aportaba por sí mismo, y en 2009, alcanza al 4,1%. Aún así éstos representan la menor proporción tanto en la situación de que les realicen aportes jubilatorios, como en la que lo hacen por sí mismos. Para el quinto quintil se observa que, en 2003, alrededor del 10% de los asalariados realizaban aportes por sí mismos y en 2009 son, aproximadamente, el 11% (más de 1 asalariado de cada 10 del quinto quintil aporta para su jubilación). Si a este porcentaje se suma la proporción de asalariados con descuentos jubilatorios aportados por el empleador resulta que el 94,3% están registrados en el sistema previsional.
Gráfico 15 Porcentajes de asalariados con aportes jubilatorios por sí mismo del total de la población, del primero y del quinto quintil con relación a sus respectivas poblaciones de asalariados. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
La última situación a analizar, la menos favorable para cualquier ocupado, es cuando aún siendo asalariado no le efectúan aportes para la jubilación ni aporta por sí mismo. A lo largo del periodo 2003-2009, para el total de asalariados, para los del primer quintil y para los del quinto persiste la tendencia a disminuir la proporción de personas en estas condiciones (Gráfico 16).
En comparación con los porcentajes observados en las dos condiciones anteriores de los asalariados al sistema previsional, por no recibir descuento jubilatorio ni por aportar por sí mismos, el de los asalariados del primer quintil los supera ampliamente; al comenzar la serie casi 6 de cada 10 asalariados no aportaba por sí mismo ni lo hacía el empleador, y en 2009, disminuye a alrededor de 5. Muy por el contrario, el quinto quintil muestra la menor cantidad de asalariados en esta situación sobre el total de su grupo; en 2003, concentraban el 12,9% y en 2009, el 5,8%; estos valores se ubican, como es de esperar, por debajo del promedio de la Ciudad (en 2009, alrededor de 2 de cada 10 asalariados se encontraban esta condición).
Gráfico 16 Porcentajes de asalariados sin descuento jubilatorio ni aporte jubilatorio por sí mismo del total de la población, del primero y del quinto quintil con relación a sus respectivas poblaciones de asalariados. Ciudad de Buenos Aires. Años 2003/2009
Si bien, en términos generales, existieron incrementos en los ingresos, provocándose la reducción de la brecha entre los quintiles extremos, durante el último año el comportamiento varió, especialmente, para los trabajadores independientes que presentaron los menores valores. Por otra parte, la situación previsional de los asalariados refuerza la diferente naturaleza de la población según el IPCF; a pesar de la clara tendencia a mejorar la situación, se mantienen diferencias estructurales significativas. Éstas se presentan debido a que poco más de la mitad del 20% más pobre de los asalariados no se encuentra registrado (no les efectúan descuentos ni aportan por sí mismos), a alrededor del 40%, los empleadores les descuentan para la jubilación, y el resto, realizan sus aportes por sí mismos.
En cambio, la estructura del 20% de los asalariados más ricos señala que los empleadores efectúan aportes a más del 80% de ellos, un poco más del 10% lo hace por sí mismo, y el resto, (la menor proporción) no goza del beneficio previsional. En términos comparativos, el quinto quintil de asalariados no sólo se encuentra en mejores condiciones previsionales sino que en él se redujo más significativamente la cantidad de no registrados en el periodo (-55,3%) con relación al primer quintil (-10,9%).
6 Damill y Frenkel. El mercado de trabajo argentino en la globalización financiera.
7 Lindemboin. Hacia el pleno empleo y la distribución equitativa del ingreso.
8 Borroni C. Valdez J. El análisis de la distribución personal del ingreso en la Argentina a partir del indicador Ingreso Total Laboral, para el periodo 1996-2006.