El día que mataron a Alfonsín es un hito movilizador en el plácido panorama de nuestra cultura precisamente porque -como lo quieren quienes procuran trascender la estética del establishment- asume lo feo, lo inquietante y lo grotesco como una parte de la realidad. Un magnicidio literario que implica que un jefe de Estado en ejercicio del poder, todavía roza los límites del tabú. Pero explorar esos límites y eventualmente ensancharlos son funciones del arte y la democracia. Si el asesinato de De Gaulle urdido por Frederick Forsyth en El día del Chacal no hubiese fracasado, ¿a quién, en su sano juicio, se lo habría ocurrido atribuirle al libro una intención desestabilizadora? Porque no nos engañemos; de eso se trata. O los argentinos nos decidimos a creer en nuestra normalidad institucional como en un hecho irreversible, o la imaginamos tan frágil como para que pueda sucumbir ante el mero orden simbólico de la palabra. Inevitablemente se erizarán muchas pieles y se rasgarán muchas vestiduras. Pero una confianza elemental en la madurez de la comunidad y la inteligencia del lector permite esperar que no sean demasiados quienes confundan la trama argumental y el discurso de los personajes con el deseo, el pensamiento o las expectativas políticas de los autores. En verdad, el liderazgo del Presidente, su calidad humana, el consenso del que goza y la desolación que cunde en todo el país después de su muerte imaginaria, están descriptos con tanta eficacia dramática y transmites una carga emocional tan convincente, que es imposible toda confusión sobre la ideología democrática implícita en el relato. Está de más aclarar que si ésta hubiese sido explícita, la preocupación didáctica habría aminorado su calidad literaria
ISBN: 950992251X
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Sáenz, Dalmiro
El Día que mataron a Alfonsín [M]. -- Montevideo : Puntosur, 1988
El día que mataron a Alfonsín es un hito movilizador en el plácido panorama de nuestra cultura precisamente porque -como lo quieren quienes procuran trascender la estética del establishment- asume lo feo, lo inquietante y lo grotesco como una parte de la realidad. Un magnicidio literario que implica que un jefe de Estado en ejercicio del poder, todavía roza los límites del tabú. Pero explorar esos límites y eventualmente ensancharlos son funciones del arte y la democracia. Si el asesinato de De Gaulle urdido por Frederick Forsyth en El día del Chacal no hubiese fracasado, ¿a quién, en su sano juicio, se lo habría ocurrido atribuirle al libro una intención desestabilizadora? Porque no nos engañemos; de eso se trata. O los argentinos nos decidimos a creer en nuestra normalidad institucional como en un hecho irreversible, o la imaginamos tan frágil como para que pueda sucumbir ante el mero orden simbólico de la palabra. Inevitablemente se erizarán muchas pieles y se rasgarán muchas vestiduras. Pero una confianza elemental en la madurez de la comunidad y la inteligencia del lector permite esperar que no sean demasiados quienes confundan la trama argumental y el discurso de los personajes con el deseo, el pensamiento o las expectativas políticas de los autores. En verdad, el liderazgo del Presidente, su calidad humana, el consenso del que goza y la desolación que cunde en todo el país después de su muerte imaginaria, están descriptos con tanta eficacia dramática y transmites una carga emocional tan convincente, que es imposible toda confusión sobre la ideología democrática implícita en el relato. Está de más aclarar que si ésta hubiese sido explícita, la preocupación didáctica habría aminorado su calidad literaria
ISBN: 950992251X